Por una escalera de aluminio, que sabe de incontables historias, suben escapando de la guerra cientos de refugiados ucranianos. Ancianos, mujeres y niños encuentran brazos abiertos a más de 3 mil kilómetros de su hogar que los esperan para mitigar su dolor, miedo y hambre. El avión de un argentino los llevará desde Polonia a España para resguardarlos del horror que viven en Ucrania. Una mezcla de angustia y alivio se refleja en cada uno de esos rostros. Esta imagen me quedará grabada para siempre. Invitados por la Fundación Solidaire, dirigida por el piloto, cineasta, cocinero, médico y filántropo Enrique Piñeyro, fuimos parte con Eduardo Abella Nazar, y las cámaras de Canal 26, de uno de los tantos vuelos humanitarios que viene desarrollando junto a la ONG Open Arms.
El sinsentido y las preguntas sin respuestas flotaron en el aire durante las más de tres horas de vuelo (escala en Barcelona y destino final Madrid) en el que los niños fueron los que devolvieron la esperanza a todos los que estuvimos allí. La mayoría de ellos jamás había subido a un avión por lo que , a pesar de las terribles circunstancias, vivieron el traslado con asombro y alegría comiendo los chocolates que le dio la tripulación. La contracara resultaron varias madres y abuelas que habían perdido recientemente a sus maridos e hijos a manos de soldados rusos.
La mezcla de sensaciones fue el denominador común del trayecto piloteado por el propio Piñeyro, un impensado héroe nacido en los confines del planeta ayudando a los grandes de Europa. La imagen contrasta a simple vista pero el hecho cuadra a la perfección. Con un caudal de recursos económicos imponente opta por ayudar a los demás en lugar de compadecerse a la distancia y mirar para otro lado. “Este fue el viaje que más me costó hacer” reconoció tras aterrizar en Barajas. Las consecuencias de la irracionalidad y la muerte siempre calan hondo, hasta en el más duro de los corazones.
La tarea de ambas ONG sigue adelante, al igual que tantas que buscan aliviar a los millones de refugiados que dejaron su hogar. Se calcula que un total de 10 millones de personas emigrarán de Ucrania para evitar la muerte o el dominio ruso. Una verdadera tragedia mundial que aún no cesa. Este vuelo con 227 refugiados representa una muestra de la empatía, calidez y sensatez humana. Sin dudas resultó una experiencia que se grabará a fuego en todos aquellos que participamos, cada uno en su rol. La guerra sigue y las manos no alcanzan pero hasta un grano de arena hace su sombra en el desierto.
Román Iglesias Brickles
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