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El Palacio del Delta: Historia del Museo de Arte Tigre (MAT)

A orillas del río Luján, en el corazón del Delta, se erige una joya arquitectónica que combina historia, arte y paisaje: el Museo de Arte Tigre (MAT). Inaugurado como museo en 2006, este edificio centenario tiene un pasado tan fascinante como las obras que hoy alberga.
Del esplendor social al arte argentino
El actual MAT comenzó su vida en 1912 como la sede del Tigre Club, una institución social de elite construida por iniciativa de la alta sociedad porteña de principios del siglo XX. Diseñado por los arquitectos Pablo Pater y Luis Dubois, el edificio fue concebido como parte de un complejo más amplio que incluía el Tigre Hotel, hoy desaparecido.
Con sus elegantes escalinatas, su terraza con vista al río y sus vitrales traídos de Europa, el Club se convirtió en un símbolo del lujo de la Belle Époque argentina. Entre cenas de gala y encuentros de la aristocracia, el lugar marcó una era.
Pero el tiempo trajo cambios. En 1933, el club cerró su casino —uno de sus principales atractivos— por decisión del gobierno provincial, que prohibió el juego. Con el correr de las décadas, el edificio fue perdiendo protagonismo, aunque nunca su belleza.

De la decadencia a la recuperación
Durante años, el edificio quedó en manos de la municipalidad, con distintos usos administrativos que poco respetaban su patrimonio. Fue recién en la década de 1990 cuando comenzó un ambicioso proceso de restauración impulsado por vecinos, artistas y autoridades locales, decididos a rescatar la memoria del lugar.
En 2006, luego de intensas obras, el Tigre Club reabrió sus puertas como el Museo de Arte Tigre, con una misión clara: conservar y difundir el arte figurativo argentino de los siglos XIX y XX.
Un museo con identidad
Hoy el MAT alberga obras de grandes artistas nacionales como Benito Quinquela Martín, Prilidiano Pueyrredón, Eduardo Sívori y Carlos Alonso, entre muchos otros. Además, su patrimonio crece año a año gracias a donaciones y adquisiciones.
Más allá de sus salas de exposición, el edificio en sí es una obra de arte. Su arquitectura ecléctica, con influencias italianas y francesas, sus mármoles originales y sus techos decorados con pinturas restauradas hacen del MAT un recorrido imprescindible para cualquier visitante.
Un punto de encuentro cultural
Conciertos, talleres, visitas guiadas, muestras temporales y actividades para chicos hacen del MAT un espacio vivo, en diálogo permanente con la comunidad. Lejos de ser solo un museo, el antiguo club es ahora un faro cultural que ilumina el arte argentino desde el Delta.
