Opinión

La gestión invisible

Por Eduardo Abella Nazar

Durante muchos años se ha discutido si la gestión en los distintos municipios de la Zona Norte del AMBA era suficiente, o mejor dicho, eficiente. Se generó cierta polémica cada vez que determinado vecino o habitante de tal o cual ciudad ponía hacia arriba o hacia abajo el pulgar respecto de la administración de su alcalde; ocurrió en mayor o menor medida con todos: desde Jorge Macri y Soledad Martínez en Vicente López hasta con Juan Andreotti en San Fernando o Julio Zamora en Tigre. A todos se les exige más servicio, mejor seguridad, estar en el detalle… es parte de lo cotidiano, y está bien que el vecino vaya y pida.

De hecho, en los últimos años la vara se elevó en todos los distritos, cada uno con urgencias parecidas, como el hacerse cargo de la seguridad -algo que desde el punto de vista de la ley no es posible en un 100% porque la policía responde al gobernador y no a los intendentes-, y otras muy distintas. Hay lugares, como Pilar o Escobar, donde el desafío urgente es terminar de asfaltar barrios, mejorar la iluminación, llevar cloacas y agua potable… y otros, como Vicente López o San Isidro, donde la cuestión pasa por mejorar la estética, dar un servicio de poda o recolección más eficiente o sostener algunos sellos propios, como tener un sistema de salud sólido, ágil y eficiente.

Ramón Lanús llegó con un discurso en el cual agradeció a Gustavo Posse lo hecho en los 24 años anteriores (Lanús fue concejal del oficialismo los últimos cuatro años tras sellar un pacto con el Pro y el mismo Posse). Sin embargo, tras asumir como alcalde, rápidamente tuvo desafíos: la tormenta del 17 de diciembre pasado desnudó el robusto discurso de la campaña: el caos se apoderó de las calles de San Isidro en general, con árboles, postes y cables tendidos en todas las cuadras. Hubo familias que lidiaron con calles cortadas o falta de algún suministro hasta dos meses después. La gestión fue invisible esos aciagos primeros días de gestión, que coincidieron con una ola de asaltos, calles en penumbras y un equipo de gobierno que, si bien había tenido la certeza de que gobernaría el municipio desde el 14 de agosto, cuando venció en la interna ante Macarena Posse, dio la sensación de verse desorientado en los primeros meses.

Poco a poco se volvió a la normalidad, pero algo quedó claro: recurrieron a un violento aumento del abl que superó el 120% en apenas 4 meses y aún no se observa una mejora: en el hospital central pedían insumos que no llegaban y eso se vio reflejado en la atención a los pacientes. Cada uno de los jefes comunales tiene un desafío por delante en los 3 años y nueve meses que restan de gestión. Lo mínimo es no caer por debajo de lo logrado, porque como en el salto en alto, la vara es para pasarla por encima, no por abajo.

Eduardo Abella Nazar

ean@mediakit.com.ar

 

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