La bandera nacional creada por el general Manuel Belgrano, fue consagrada en sus formas y colores con el sol tal cual lo dispusiera su autor, por el Congreso de Tucumán en el día 20 de junio de 1816, de modo tal que la incipiente república, se aseguró a partir de entonces entre otros, el símbolo identificatorio más importante de nuestra nacionalidad.
Ha de recordarse que justamente se eligió al sol, porque ya se encontraba grabado en la moneda de oro de ocho escudos y de la plata de ocho reales en las primeras monedas argentinas, aprobadas por ley de la Soberana Asamblea del año 1813
El emblema nacional a través de la legislación había diferenciado en numerosas oportunidades la diferenciación de «bandera oficial» y «bandera menor» limitando su uso con el sol estampado en su centro, para el gobierno federal, los provinciales, o los por entonces territorios nacionales, siendo un signo característico de su identificación en edificios públicos, fortalezas, buques, aeronaves, escuelas y en general en todo aquello que identificara al Estado, mientras que para los particulares insólitamente, el uso de la denominada bandera menor sin sol, solamente podía ser utilizada por los ciudadanos en ocasión de fechas patrias.
Esta dualidad había sumido en el desconcierto a los argentinos por mucho tiempo, dado que quienes respetando diariamente los signos de nuestra nacionalidad, no podían acceder al uso en sus pechos u hogares de la bandera con sol, de modo tal de ser todos uno frente al concepto nacionalidad.
Nuestra patria, ha crecido en base al esfuerzo espiritual y material de todos sus habitantes, sabiamente sin distinción de razas, credos o religiones, colaborando todos al engrandecimiento de nuestro país, rindiendo con sus esfuerzos cotidianos, silencioso honor al pabellón que aun nos distingue.
Hasta la sanción de la Ley 23.208 en el año 1985, dicha ofrenda pacífica, vital y respetuosa de todos los habitantes, no llegaba a tener una total identificación cuando las fechas patrias se acercaban en el calendario, o cuando un solo argentino deseara como simple ciudadano expresar el orgullo diario por su nacionalidad.
En pos de dicho ideal y con la diferenciación en su uso, era contradictorio que naciéramos en hospitales públicos en cuyos frontispicios se encontraba siempre la bandera nacional con sol, nos educábamos en escuelas donde el respeto a nuestra bandera se nos imprimía desde la infancia jurando a la misma bandera defenderla, cantándole cada mañana antes de iniciar la jornada sus habituales compases, y si la vocación nos llamaba para asumir alguna función publica en el Estado, sea en las bancas, sea en la magistratura, sea en la función ejecutiva, jurábamos a la bandera con sol, destacando en dicha dirección que si nuestro aporte en la vida era considerado valorable, se cubrían los féretros con la misma bandera con sol, con lo cual en vida existían ciudadanos públicos y ciudadanos privados, lo que era realmente una injusticia respecto del espíritu creador de nuestro prócer al tiempo de elegirla como único símbolo patrio.
Más aún, es fácil constatar cómo las democracias en el mundo, tienen una sola bandera de identificación, mientras que en las monarquías, aún hoy subsisten dos banderas para la identificación de una misma nación, lo cual no era comprensible dicha diferenciación en términos constitucionales.
En nuestros días, el uso de la bandera con sol, ha sido un factor de unión desde la vuelta de la democracia a nuestro país, señalando siempre que no existen dos identidades para respetar y hacer respetar nuestro emblema nacional ante todas las naciones del mundo.
Al igual que otras naciones, como argentinos deberíamos siempre tener izada nuestra bandera en el frente de nuestras casas, lugares de trabajo,y espacios públicos como expresión de sentirnos orgullosamente argentinos, constituyendo la bandera el signo mas fuerte de unión y respeto por nuestras convicciones, las que nutridas en el esfuerzo de quienes nos antecedieran, se conviertan en este presente, en la certeza de grandeza que el destino nos legará desde nuestra independencia.
Identificarnos con nosotros mismos, lucir orgullosamente nuestra bandera en nuestros actos cotidianos, servirá una vez mas, para engrandecer la Nación, al mismo tiempo que rendir el condigno homenaje a nuestros próceres.
La decisión es nuestra.
Juan C. Luongo
Ojalá el darnos conciencia nuevamente de nuestros orígenes y responsabilidades nos lleve a vivir el día a día luchando por mejorar es nuestra patria.
Como patriotas y no como habitantes.
Y como decía Jacques Martain somos los mismos, pensemos en nosotros y en los que se alguna manera detestamos.
Todos somos necesarios para convertir a nuestro país en la Patria.
Y Maritain decía que el cambio pero nosotros obvio se hacía de uno en uno.
Cuántas generaciones!!!
Que decepción.!!!
El secreto está en «tener y querer» muchos unos.
Y así cada uno que haga lo miamo.
Es lento pero adhiero a este pensamiento.
Los líderes aceleran o destruyen es proceso en la medida de la calidad de sus valores …valores realmente vividos.
Cómo ahora con el Covid19 nuestro R0 debe ser lo más altobposible…R5..R6..R100
Viva la Patria con valores cristianos libres de corrupción y de la masonería.
Gracias por tus conceptos Arnaud.
Muy bueno el artículo. Muchas gracias.
Juan Núñez Egea
Gracias Juan. Es lo que pienso y escribo
Excelente y muy claro tu mensaje Juan. Un abrazo y feliz día mañana
Fernando, justo en el dia de hoy deberemos mirar con mucha admiracion a nuestra Bandera. Viva la patria.
Exelente mensaje doc. ojalá todos llevemos nuestra bandera en nuestros corazones, viva la patria