Personajes ilustres

El recordado Charlie, alma máter de «El Ribereño», falleció a los 69 años

Muchos vecinos habitués de “El Ribereño” de la calle Chile en San Isidro albergamos con cierto aire de nostalgia la esperanza que algún día reabriría sus puertas para seguir compartiendo esos momentos tan felices. ¡No será posible!

En estos días Carlos Fernández, el recordado “Charlie” su alma máter y dueño junto a Jorge de la concesión del restaurant de un Club de bochas de barrio que sobrevive su pasado deportivo en pequeños detalles: fotos de ganadores, trofeos color bronce detrás de antiguas vitrinas  y una pequeña canchita de papi con escaso uso en  las entrañas de San Isidro: lo singular es que cuenta con sólo 15 socios que se van renovando para no  perder el beneficio de la donación que hicieron los dueños de la casa; si el Club desaparece la propiedad vuelve a los donantes originales.

Charlie fue un personaje de excepción, excelente cocinero y administrador del negocio gastronómico –contó que había aprendido con Francis Mallman en su primer restó y con el Gato Dumas en Lola y que desde hace 35 años le ofrecieron esta concesión-.Carismático, con bigotes intimidantes, pocas pulgas, histriónico, dominante de todos los temas y re fanático de Boca Juniors. Había que entender especial humor. Se sentaba en tu mesa y te ordenaba casi militarmente lo que debías comer.  Ante el pedido de un bife,  «No Jodas» –contestaba- «demora mucho y me desajusta la cocina».  Uno le sugería determinado vino  «No, está muy caro y te abulta la cuenta. Probá con este otro» y ganaba la pulseada. Con una sonrisa pícara afirmaba: “Acá es todo al revés, el ambiente es informal, el cliente nunca tiene la razón, la hora de cierre es según mi humor. Los que entienden la dinámica y vienen con onda, la pasan bien y comen lo que yo quiero” contestaba socarronamente. Entre sus clientes figuraban: Carlos Menen, Raúl Lavie, Andrea Frigerio y Carusso Lombardi entre otros.

Con dos turnos –siempre repletos– conocía su negocio a la perfección, comida casera, abundante (para compartir) muy buena y muy económico. Quien no recuerda la exquisitas rabas, las milangas de peceto, muy pedido el ossobuco con capeletis o la trucha a la manteca negra con papas, corvina a la vasca o la brótola al roquefort, todo súper fresco, bien preparado y condimentado. Y Los postres, el flan casero ¡de exportación!, mousse de chocolate o el queso y dulce, entre otros.

La insonorización del lugar brillo por su ausencia, el ruido de una casa de principios de siglo con techos altos y pisos de mosaico era infernal y, era imposible  mantener un dialogo con tu vecino de mesa.

Tuvimos la dicha y el privilegio con mi familia y amigos de compartir miles de momentos de plena felicidad y algarabía. Me sentí honrado con su amistad y pretendo homenajearlo con estas modestas líneas como testimonio de gratitud, acompañando a su esposa Marcela y sus tres hijos; Pilar, Luz y Lucas.

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2 comentarios

  1. Hola amigos, los acabo de descubrir buscando información del Club Ribereño, luego devenido en restaurant
    Soy hijo de uno de los fundadores del club hace, por supuesto, muchos años y me interesaría saber si existe información adicional de esa fundación y por supuesto de mi padre. Además fue representante en ajedrez de ese club y tenía una medalla de él de 1945 que por desgracia me la robaron
    Mi papá se llamaba Alejandro Pereiro
    les mando un abrazo y si pueden contestarme sería bueno

    Héctor

  2. Charlie un tipazo!!!
    Lo recordamos con mucho cariño!
    Me hizo pasar momentos excelentes. se sentaba a la mesa y nos aconsejaba que comer en medio de chistes y gastadas.
    Irremplazable!!
    Jorge Fernández

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