Una indudable certeza queda evidenciada luego de las elecciones más trascendentes de los últimos 40 años. La necesidad de un cambio de rumbo fue mucho más fuerte que cualquier advertencia de “salto al vacío” o atroz campaña del miedo. Otra verdad de perogrullo, pero cierta como el sol que nos alumbra cada día, es que con fiscalización garantizada la elección fue lo más transparente posible y la voluntad popular quedó plasmada en una contundente diferencia a favor de Javier Milei. Sus ideas radicales (no en el sentido tibio de la palabra), amparadas en el legado de Juan Bautista Alberdi, su impronta real y virtual, su mensaje transversal y el desastre económico de un gobierno deshilachado de relato intangible moldearon un triunfo liberal libertario inédito para la historia moderna argentina.
En la noche de la consagración, que me tocó cubrir con la transmisión especial de Canal 26, dentro del búnker de La Libertad Avanza había caras de satisfacción y alegría por el resultado pero también de responsabilidad por la tarea que se viene. Nadie sabe qué va a suceder de aquí en más pero la voluntad popular pegó un golpe de dirección notable. Pudo más el hastío que la convicción pero al final del día lo que importa es el resultado, tanto en la noche del balotaje como en este período nuevo de gobierno que comenzará el 10 de diciembre.
Tanto foco puesto obcecadamente en las formas (la mayoría superficiales) nubló la mirada en el fondo, en lo importante: trabajo genuino, educación de calidad, vivienda y seguridad. Menos planes, privilegios, vacunas vip, paseos en yates y valijas voladoras y más proyectos para sacar adelante al país. La estrategia del “vamos viendo” se pegó una piña monumental contra la realidad. El pueblo le dio la espalda a los fanáticos de la improvisación y del parche eterno. Los amados y manipulados descamisados cayeron en la cuenta de que siendo funcionales a un modelo empobrecedor no había ninguna salida posible. Y probaron con otra receta. Gracias a la base de la pirámide social Milei es el nuevo presidente. Todo un enigma académico que sólo el transcurrir de su período dará indicios de efectividad o fracaso.
Al menos ya avisó que no habrá “segundo semestre” ni brotes verdes. El libertario, en sus primeras alocuciones como mandatario electo, se alejó de la tentación del verso y avisó: “si no hacemos ajuste fiscal nos vamos a la híper”. Con esperanza, con prudente reserva o hasta con desconfianza, el país espera que esta nueva administración logre plasmar el sueño argentino de tener estabilidad, trabajo y una vida sin sobresaltos. ¿Existirá ese mañana ideal?
Román Iglesias Brickles