El paso de los días, empujados por la vorágine, hacen que la vida se agolpe contra el calendario. Pasan los años, pasan los meses, cambian los gobiernos pero lo que no cambia (parafraseando a la famosa canción de cancha) son las necesidades de la gente. El bienestar de los ciudadanos más vulnerables siempre depende de que no los mate una ola polar, un delincuente para sacarles el celular o de un político que desvíe fondos y no construya calles, hospitales y escuelas.
Cómo ni todo es tan malo ni todo es tan bueno (ojalá fuera así) el ojo crítico y atento debe velar por no ser engañado por espejitos de colores. El lanzamiento de un plan federal de alfabetización por parte de Milei hace casi un mes es una novedad disruptiva en un mundo donde pocos quieren educar y se enfocan en adiestrar. Si se pone en práctica esta iniciativa será una enorme noticia para nuestro país. Pero como de anuncios tenemos llena el Arca de Noé habrá que aguardar con Fe que el plan ponga primera y comience a andar. La política nacional, enfocada en amaestrar la macro economía, estira la manta corta para que lo urgente no pise a lo necesario. Son tantos frentes simultáneos que invitan a la desesperanza. Pero los argentinos siguen tentados en creer que se puede, cómo diría Diego Torres. Esa bendita costumbre del medio vaso lleno nos empuja siempre a ir por más. Qué nadie te quite la esperanza.
Los gobernadores, tomando nota del humor general, empiezan a ofrecer su hombro para la “reconstrucción nacional” ya que nadie se quiere quedar afuera. “Mirá si a este le va bien” dicen algunos en privado. Para Jorge Macri, el horizonte es claro. Al frente de un estado dentro de otro, comienza a marcar agenda en base a una gestión que debe pulir lo dejado por su antecesor y reforzar algunos flancos. Nadie dice que tiene todo servido pero su posición es muy buena, sobre todo ahora que recupera la coparticipación. Su primo Mauricio, que planea recuperar escena, presionó y logró destrabar esta caja fundamental para el futuro. El ex presidente ve con ojos de lince los comicios 2025; los murmullos le dicen que también mire para abajo así no se tropieza dos veces con la misma piedra.
A nivel territorial, los intendentes de Buenos Aires ya se calibran para el año que viene. Las legislativas ya tienen sus libretas y anotadores sobre la mesa. En todo este tiempo se evidencia la muñeca de cada uno (hay casos y casos) para conducir destinos sin ayuda nacional (léase obras de envergadura como cloacas, agua potable, etc) y asistencia intermitente de la provincia. Similar al caso de su par de CABA, Soledad Martínez en Vicente López tiene muchas cosas resueltas para sus vecinos por lo que el foco se apunta a la seguridad y a la educación, dos pilares fundamentales de su plataforma de gobierno.
Al parecer, todo el ruido inicial de un gobierno casi sin sustento político -más sí apoyo popular- se va calmando lentamente. Los piquetes se redujeron sustancialmente, la inflación fue siendo aplacada aunque todavía persiste (en mucha menor medida) y se aguarda (o se suplica) un segundo semestre un poco más benigno. Con el peronismo disperso en internas vs La Cámpora, el ring electoral tiene vacante un contendiente hasta nuevo aviso. Algunos imaginan la vuelta de un Peronismo “puro” aunque nadie sueña con la resurrección inmediata. Si este cuadro de situación se solidifica y la ciudadanía vuelve a tener pesos que valen en su bolsillo y no lo matan en la esquina por un celular rearmado en Tierra del Fuego, estaríamos ante un escenario inédito hace décadas. Igualmente, jamás hay que vender el pescado antes de sacarlo del anzuelo.
Román Iglesias Brickles