Cuando en 1967 Dante Panzeri escribió su obra maestra “Fútbol, dinámica de lo impensado” corrían tiempos aciagos en la Argentina. En un contexto de gobierno de facto con Juan Carlos Onganía al frente, la velocidad de los acontecimientos se parecía bastante al título del famoso libro hoy manual indispensable del periodismo deportivo.
Y esta impronta sigue tan palpable como actual en la política argentina. Sobre el cierre del año más convulsionado de la historia, nuestro país asiste a un presente tristemente célebre por su ranking en salud y tratamiento de la pandemia, una economía destruida y la inflación que amenaza con saltar hacia la híper. Con instituciones en jaque por los manejos discrecionales del Poder Legislativo y un futuro incierto, la realidad muestra una faceta poco feliz para lo que vendrá.
En una reciente cobertura internacional que me tocó realizar para Canal 26, junto a Eduardo Abella Nazar, pude advertir una notoria sensación de cambio que se avecina. En Washington DC, la noche de las elecciones en las que Joe Biden le empezó a torcer la muñeca a Donald Trump, se vivió un clima de compleja tensión pero también de alivio por los posibles cambios que se avecinan en la nación más poderosa del planeta. Si bien esta experiencia sirvió para conocer de primera mano el sentir del norteamericano, esa energía de renovación podría convertirse en una onda expansiva que llegue hasta estas latitudes.
Más allá de las distancias (en casi todos los sentidos) que separan a EEUU de la Argentina, el sentimiento de cambio de época se cristalizó en el aire. Con un sistema electoral que propone voto opcional, resultó una ratificación de que la toma de conciencia y participación activa ciudadana está encontrando la superficie. Y, además, su gente estaba preocupada por lo que decían las voces internacionales acerca del proceso electoral norteamericano.
Siempre fue un país que se miró el ombligo y su gente muy pocas veces conocía más allá de sus fronteras lo que pasaba en el mundo. Pero, en esta oportunidad corrió su velo en un movimiento que tendrá efectos, sin dudas, más allá de sus fronteras.
Román Iglesias Brickles
