“Este país no tiene cura”, ¡frase hecha si las hay! La Argentina navega la pandemia del covid con un rumbo incierto. El gps tiene su way point clavado en el puerto del empleo, la igualdad, más infraestructura, educación y salud -más que nunca salud-, pero la proa del barco apunta hacia otro lado, tal vez porque el viento es de trompa, la ceñida se hace difícil y el borde apunta mientras tanto al destino más temido: ése que desea recibir al capitán Beto con desocupación récord, inseguridad, desilusión y más pobreza. En muchos sectores, el famoso “hay que irse de acá” cala hondo. La situación es difícil. Si bien a nivel sanitario hay que decir que el gobierno aplicó una cuarentena eficiente, con poquísimas muertes en relación al resto del planeta, la realidad es que nuestra economía quedó en el abismo; muchas empresas no volverán a existir. Deberán reinventarse, tal vez. Mutar. Como sea, la vacuna real está en su fase final de pruebas. Los que saben del tema creen que podríamos tenerla acá en diciembre... pensar que hace un mes lo titulé y algunos me trataron de incendiario. La recorrida que pudimos realizar hace pocos días por las provincias de Santa Fe y Córdoba, con los camiones rebosantes de trabajo argentino (sí, de los campesinos nuestros que se rompen el lomo en cualquier época y con cualquier gobierno) llevando el maíz a los puertos del Litoral, y esos campos repletos de silos -de acero y en bolsa-, con un ganado que a veces parece infinito, me llevaron de vuelta a la esperanza eterna: Argentina tiene vacuna. Si la pericia y el sentido común llegaran alguna vez al timón del capitán, entonces habría buen puerto. Porque otra frase hecha reza: “estamos condenados al éxito”.
Eduardo Abella Nazar