Opinión

Contrastes en la región

Por Eduardo Abella Nazar

Avanza el año y Milei ya consumó el 12,5% del total de su mandato: ahora todo es expectativa pero, por error u omisión, la ley de Bases tan mentada terminará siendo un 30% de lo que soñó Federico Sturzenegger, su álter ego, cuando la redactó. Cuestiones de la democracia. Nada nuevo.

Ahora Milei es el presidente que cobra los impuestos del populismo –a la clase media trabajadora fundamentalmente– pero que ejecuta como un anarco capitalista, y que cuida el déficit; hay un celoso plan que incluye el pago en cuentagotas de las importaciones y de la energía, incluso con bonos a modo de cheque, ideado por Caputo. También cero obra pública. No hay que gastar. Es asombroso creer que un Estado puede prescindir de la infraestructura como un pintor de su ayudante. Un país es mucho más que una calculadora que sonríe, claro.

Milei repite que las obras de cloacas, agua potable, plantas depuradoras o de autopistas y rutas, por citar solo algunos ejemplos, se ejecutarán “a la chilena”.

Esto es un sistema de ejecución privada que a su vez obtenga luego un rédito a cambio, por ejemplo con peajes o algún otro tipo de concesión. El problema no es la forma, el drama es que un gasoducto parado, como el que se venía desarrollando, implicó ahora desembolsar 500 millones de reservas para traer gas importado. Más que a la chilena, es a “la De Vido”.  Viejos errores que vuelven suceder.

Mientras Milei ajusta, fundamentalmente a la clase trabajadora, que pagará tarifas del primer mundolo cual supone un acierto a largo plazo– pero con salarios del tercer mundo, para poder “acomodar el desastre populista”, la sociedad intenta navegar estas bruscas aguas. Nada bueno asoma en el corto plazo. Nadie esperaba menos. Tampoco más.

La zona norte, que suele ser una pintura diminuta de esta eternamente sufrida Argentina, ofrece fotos similares. Se vuelven a ver carros tracción a sangre, lo que era una clásica imagen ochentosa, pero también miseria apalancada en la ayuda social, cuando llega, y en una inflación que obviamente castiga más a los pobres. Nadie pudo solucionarlo.

Hay barrios que duelen en todos lados: atrás de la casi extinta aunque aún vigente terminal de la línea 60 en Rincón de Milberg, muy cerca del potentoso e histórico Hacoaj Country Club, o de los barrios privados que rondan la zona, como Rincón de la Costa, Marinas H, Albanueva y tantos otros como El Atardecer, donde habitan familias de clase media y alta o muy alta, la miseria impacta. Es necesario que surja más intervención estatal. Nacional, provincial y municipal. De todos. La vara en estos distritos está alta, claro, y en Tigre se hizo mucho más que en otros lugares en los últimos años. Es hora también de que aquellos vecinos que puedan, se involucren de algún modo: Argentina necesita de todos.

Es cierto que la gestión de Zamora en Tigre se metió de lleno con ayuda del tipo social y deportiva, con el trabajo que hacen muchos para darle sustento, que incluye hasta un club de barrio y su canchita de fútbol flamante, y que ahora en esos sectores de clase netamente baja hay mucho más asfalto que antes, y servicios.. pero no alcanza.

Los barrios humildes deben tener la lupa de modo permanente, y la contención estatal debe existir mientras se avanza hacia la inclusión social y económica (ambas van de la mano).

El barrio La Cava, en San Isidro, luce desahuciado: son años de avanzar y retroceder. Hubo un auge con la instalación del centro de salud, y la construcción de cientos de viviendas, pero tampoco alcanzó: sigue en estado de  descomposición.

Ramón Lanús celebra por estos días que la gente avise de un sin número de robos por WhatsApp (Ojos en Alerta), o que un camión haga la recolección: son logros importantes para él. La realidad es que su gestión no empezó. Al menos eso sienten vecinos de la Horqueta que fueron enardecidos e hicieron un horquetazo en la delegación para que alguien barra las calles.

Son derechos y servicios que no deberían discutirse en el año 2024. Pero San Isidro retrocede rápidamente y el abandono se apodera de todo. Deberán ponerse de acuerdo los aliados del vecinal Convocación por San Isidro, que fueron claves en el triunfo electoral de Lanússin su ayuda y la de Macri-Bullrich hubiera sido imposible una victoria-, para ayudar y congeniar en una gestión que viene a los chispazos: cuentan que hay muchos roces y mucha decepción por la llegada en masa de gente de la gestión de Horacio Rodríguez Larreta, anterior jefe de Lanús en el pasado. El ruido se nota en la calle.

Mientras se debate en torno a la mucha riqueza y mucha pobreza, la gente del medio sufre los colegios, los aumentos en el abl y Arba, el seguro y también el costo de la luz y el gas. Es un tembladeral a la par de un combo de ajuste tan inevitable como exagerado. Los milagros no llegan seguido, pero en estos meses aciagos deberemos implorar por la harta paciencia y la moderación. Más trabajo y menos show, esa es la premisa.

Eduardo Abella Nazar
Eduardo Abella Nazar

Eduardo Abella Nazar

ean@mediakit.com.ar

 

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