La degradación de la calidad de vida en la Argentina se ha convertido en un furioso e imparable proceso. Una realidad tan tangible como acuciante que mantiene en vilo a todo un país y pone en jaque hasta al sistema social actual. Sin embargo, las discusiones que se tratan en la mesa de negociaciones de la política grande están tan alejadas de lo que pasa en la calle que se asemejan a la orquesta del Titanic. Mientras el oficialismo teatraliza disputas discursivas, el grueso de los trabajadores a sueldo se rebajan a la línea de pobreza.
Gracias a esta inédita performance se está dando un hecho único a nivel mundial: gente que tiene trabajo genuino no llega a pagar las cuentas. Se trata de un hito más de un gobierno que se empecina en romper récords, pero de los malos. Sólo en la Argentina. La interna abierta del Frente de Todos usa la mesa de todos los ciudadanos para pelear mano a mano y desgarrarse las vestiduras a los gritos y con los ojos bien abiertos.
Otro de los hechos que muy pocos imaginaban ver en esta vida es menosprecio del Peronismo hacia los movimientos sociales. Los famosos “abanderados de los pobres” le dieron un puntinazo a las ollas populares cuando Cristina pidió que se terminara la tercerización de los planes sociales. La vicepresidenta bastardeó el pedido de los desempleados y los más necesitados en una conferencia que desnudó sus pensamientos ocultos. ¿Qué hubiera dicho Juan Domingo de toda esta situación? Poco a poco se van escuchando murmullos al respecto. Por ahora en voz baja. Los ahora Piquetes SA entraron en la pantalla grande pero se trata de un tema recurrente que nadie quiso ni quiere solucionar. La funcionalidad de los pobres, una vez más al servicio del gobierno de turno.
Román Iglesias Brickles