Hace un mes desde estas líneas fui deslizando la idea de un hartazgo que podía terminar siendo combustible para la acción o la reacción: muchas veces lo podemos utilizar en nuestra vida diaria, haciendo mejor las cosas, en el trabajo, en el deporte o en la educación de nuestros hijos. En lo que toque. El punto es que a nadie le gusta el maltrato. No es lo mismo el maltrato que un mal trato, ¿o tal vez sí?
La sociedad que puso a Mauricio Macri en la timonera en 2019 y que ratificó el el way point de su gps en octubre del 17 (tal vez el peor error del ex presidente fue emborracharse con aquella elección de medio término) lo sacó de un shot en agosto del 19 –la paliza fue tal que no hubo octubre a pesar del recorte de 10% en el final-. En el medio puso un nuevo presidente, de transición: Alberto Fernández es un presidente sin reelección, y además no tiene poder propio. Se apoya en un único sostén: Sergio Massa. Si Massa se corriera, el presidente sería como ese boxeador moribundo al que le sacaron el banquito antes de tiempo con un rival que lo espera hambriento de gloria y muy firme. Sería un ko abrumador.
Pero el gobernador Axel Kicillof, que de golpe porrazo perdió el habla, sacó hasta acá bastante barato el ticket de la aplastante derrota del 12-9: si alguien maltrató a la gente, al nivel de casi desafiar a las familias bonaerenses de que la normalidad nunca jamás iba a volver, y las confinó a intentar educar en sus casas a sus hijos durante 18 oscuros meses, ése fue él. Esos votos que entraron las urnas de todo el vasto territorio provincial como si fueran piedras tuvieron como destinatario al gobernador, primero, y a Alberto y Cristina Fernández después. Le tocaron la educación de sus hijos a la gente. No les interesó saber qué pasaba por esas cabezas de chicos de entre 3 y 18 años que perdieron vínculos, aprendizaje y un año y medio de colegio.
Esa pandemia, la educativa, pésimamente gestionada, fue mucho más grave incluso que la sanitaria y hasta la económica. No se trata de ideología. Trataron mal a la gente. La alianza opositora tampoco debe confundirse: cometieron gruesos errores durante los 4 años de gestión nacional y provincial. Ya nadie tiene un cheque en blanco en la Argentina de la pobreza y el dolor.
Eduardo Abella Nazar