Alberto Fernández padece un vacío de poder fundamentado en que nunca tuvo realmente el mando de la coalición: el poder es de Cristina, que eligió a Alberto como candidato porque a ella no le alcanzaba para ganar; todos los números marcan lo mismo: CFK 25% y Mauricio Macri 25% (hablando de los dos polos o núcleos duros) de modo que en 2021 asistimos a un cambio de era y de presidenciables en la recta hacia el 2023.
AF ganó con el apoyo de CFK y de Sergio Massa, que fue una suerte de elector clave en todas las elecciones desde 2013 hasta acá. Ahora, con un gobierno jaqueado por la pandemia, la inflación, la falta de inversión y todos los males que vienen de antes, por lo menos desde 2007, cuando la economía se comenzó a asfixiar con un gasto público inmanejable y los planes que nunca fueron trabajo genuino.
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, hace agua. Los intendentes propios, los peronistas, lo detestan. Dicen que es soberbio, cerrado, que no baja al territorio. Los intendentes vociferan en off: “Nos dejaron solitos armando la cola de los jubilados en plena cuarentena el año pasado”. Justamente por eso, porque son el primer eslabón de la cadena de gobierno y la cara visible frente a la gente, los alcaldes ostentan, tal vez sin esa noción real, el poder más verdadero. Sin ellos y sin los aspirantes a serlo en la vereda de enfrente, hoy concejales o rumbo a serlo, no hay elección posible -controlan los fiscales, la logística, las boletas, etc. Ariel Sujarchuk, el intendente de Escobar, había pateado el tablero pidiendo ser escuchado. En Expo Escobar recibió a buena parte del gobierno y a muchos sectores afines, los abrazó e indultó, pero quedó claro que esperan más presencia y acción del gobernador y de la coalición.
El septiembre negro de los Fernández se puede transformar en algo mucho peor el 14/11 a la noche. Hay encuestas (pocos creemos en ellas a esta altura, claro) que hablan de una diferencia de entre 7 y 9 puntos a favor la fórmula de Santilli-Manes. Esto ocurriría porque muchos de los que son parte de ese universo que no votó o lo hizo por partidos que no alcanzaron el piso en las primarias se inclinarían a votar contra el gobierno. Enojados por el encierro y el año y medio con el colegio cerrado y furiosos a la hora ir a la verdulería, también.
En ese contexto el sabanazo daría un empujón determinante a los candidatos a concejales y diputados amarillos; el futuro de los alcaldes, de uno y otro color, vuelve a depender claramente de la gestión propia y el cara a cara. Las boletas cortas y las tijeras ya circulan por los barrios. La gente ya entendió que nadie tiene un cheque en blanco y aprendió a castigar en la urna los errores de la dirigencia.
Eduardo Abella Nazar