La situación actual del rugby profesional de la UAR podría compararse con la publicidad de unas puertas que se promocionan cómo más duras que la realidad. Y esa puerta hoy se llama pandemia. La coyuntura, en colaboración estrecha con el desastre económico del pasado y actual Gobierno, resultó un golpe mortal para este recorrido que emprendió el rugby argentino por los carriles del nivel más competitivo del mundo.
Para jugar en la NBA del rugby había que tener, al menos, algunos reflejos de ese intenso brillo. Al principio se logró, por empuje y necesidad de la dirigencia de que funcione, pero con este drástico cambio de escenario ya no puede sostenerse el plan original. La suspensión de la competencia, el dólar por las nubes y una estructura en pesos hicieron crujir las bases de la Unión Argentina de Rugby. Por eso, se redujo el salario de todos hasta un 30% y comenzó una sangría de jugadores que aliviane la carga contractual.
Nadie se imaginaba este final anticipado para la franquicia argentina con participación plena en el Súper Rugby. De finalista a la evaporación en tan sólo unos meses. Y no podría endilgarse a las decisiones tomadas este triste momento porque el trayecto venía mostrando evolución y desarrollo de manera sostenida. Al menos eso era lo que se evidenciaba.
Entonces, en medio de este contexto y con entrenador y jugadores buscando aviones para emigrar a Europa, muchos se hacen una pregunta ineludible: Eran lo suficientemente fuertes los cimientos de esta estructura o se trató de una voluntariosa aventura que tuvo chispazos de gloria?
Román Iglesias Brickles
Felicitaciones muy linda presentacion ,amena moderna y entretenida