En medio del proceso electoral iniciado con las PASO, la ciudadanía se expresó de manera contundente. La exasperante realidad se cristalizó en unas urnas que clamaron un cambio rotundo de rumbo y en un severo llamado de atención a nivel nacional. Más allá de su derrota, la caída de Sergio Massa no fue el resultado sorpresa. Su doble comando Economía-Candidato es un tándem no compatible en este hervidero por múltiples y obvias cuestiones. Pero, aquí subyace otro hecho que obliga a levantar el dedo al aire y vociferar un “te lo dije”. Sucede que el colectivo Juntos por el Cambio, muy interesado en las disputas intestinas y discusiones de cola de almacén, dilapidó buena parte de su capital dándose certeros tiros en los pies. Fueron los maestros de la puntería cuando sus votantes les reclamaban unidad y armonía.
Todo el Bullrich-Rodríguez Larreta affaire horadó una construcción que se imaginaba sólida y heredera de los altos mandos de la Patria. O, al menos, en sus filas soñaban apaciblemente con ese escenario. Mucho focus group; poca vereda y cordón cuneta. Sin un pie en el territorio corrieron el riesgo de quedar desfasados del cuadro de situación. Y eso lo padecieron todos los que venían abajo de sus listas.
En la mirada local hubo un acompañamiento general a las gestiones en marcha, salvo en San Isidro que tendrá un cambio de mando en octubre. Ramón Lanús se impuso en la interna a Macarena Posse y se abrirá una nueva historia en el mítico municipio de zona norte. Por su lado, en Tigre se “movió la montaña” de la mano de un aluvión de tijeras en el cuarto oscuro. El recordado jingle volador de los aviones de Ubieto, en aquellas tardes de los 80, cobró vida para que Julio Zamora gane una interna tan difícil como feroz. Don Julio salió airoso gracias al respaldo de los vecinos y dejó atrás una PASO que jamás olvidará.
Román Iglesias Brickles
