Opinión

La movida de fin de año

Por Román Iglesias Brickles

Encaminado el orden institucional nacional luego de un octubre brillante para el gobierno, el rumbo quedó ratificado. Este respaldo general que se evidenció en las urnas le restó presión a la política oficial y le asestó un duro golpe al Peronismo. La acefalía de la tribu multiforme, que se había propuesto cantar nuevas canciones, se tradujo en una afonía severa que dejó sin voz a muchos.

Este revuelo, con epicentro en la provincia de Buenos Aires, le despejó la agenda y el camino a Milei que aprovechó para armar la primera minoría de diputados en el Congreso y encarar todas las reformas prometidas. Habrá que ver si, finalmente, se logra la tan ansiada modernización del Estado, el alivio impositivo a los trabajadores y el cambio en las reglas de contratación laboral. Todo lo contrario a lo que sucede en Pilar donde su intendente Achával decidió meterle la mano en el bolsillo a los contribuyentes (y a quién pise el distrito) inventando una tasa que grava todas las compras que se realicen allí.

Mientras el foco –por primera vez en la historia– parece puesto en el ciudadano a nivel país, en PBA se pegan tarascones para desplumar a los bonaerenses mientras la inseguridad marca tendencia y las obras de infraestructura brillan por su ausencia. Cualquiera que transite una ruta provincial sabe que debe rezarle a todos los santos conocidos y por conocer para no reventar un neumático en pleno traslado, si es que no lo matan en un semáforo para robarle el celular.

Kicillof, desde La Plata, intenta mantener el control de las huestes kirchneristas aunque muchos son los que plantean disidencia en voz baja. El gobernador le toma el pulso a cada intento de correrle la cuerda que surge desde el camporismo y sabe que si no logra encolumnar a la tropa tendrá problemas para el fin de su mandato. Su sueño de ser el elegido para el sillón de Rivadavia hoy no es más que eso: la rebelión en la granja no será nada fácil de solucionar sin caja, proyección ni una voz fuerte que ordene y señale el camino.

En el pago chico de la Zona Norte las opiniones están encontradas. Zamora en Tigre afirma que la gestión marcha bien y que sus vecinos agradecen que camine el distrito, lo ponga en valor y que las obras respondan a sus necesidades. Siempre se puede pedir más pero, a diferencia de otros, el ex maquinista presentó (cómo pocos) planes para ampliar avenidas y calles, reforzó la seguridad con el COT y su hospital de alta complejidad estaría terminado en menos de 2 años.

Por el contrario, en Vicente López (dónde todo siempre estuvo mucho más resuelto) la población se queja de la seguridad y de que los cambios tardan se demoran en llegar. También señalan los vecinos que la Cultura es un ítem totalmente olvidado. Hace poco un supermercado tuvo que recoger el guante (por iniciativa de su nieta) y hacer un reconocimiento a un histórico vecino porque el municipio lo olvidó por completo. Un nuevo aniversario de la muerte de Fernán Félix de Amador, que tiene una calle a su nombre allí, un busto en El Rosedal de Palermo, un asiento en la Academia Nacional de Periodismo y es parte del acervo cultural de nuestro país pasó inadvertido (casi insolentemente), una vez más. Una verdadera pena.

Román Iglesias Brickles
Román Iglesias Brickles

Román Iglesias Brickles

rib@mediakit.com.ar 

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