En una exasperada Argentina, que se debate entre las supuestas glorias del pasado y un triste presente, vivimos el día a día sin matices. La ventana hacia un mañana mejor parece desvanecerse cuando nos enteramos a diario de avivadas, corrupción a todo nivel y peleas sin sentido entre quienes manejan los destinos del país.
Promesas y palabras vaciadas de contenido se oyen a diario de boca de políticos de todos los colores. Nadie queda exento de esa tan tentadora posibilidad de decir lo qué hay que hacer y actuar, absolutamente, en sentido contrario. Un dèjá vu en loop permanente que puede desmoralizar hasta a un rescatista andino.
Sin embargo, no todo está en manos de los desalmados de siempre. La reserva moral sigue intacta, a pesar de que se haga mucho por desintegrarla. Basta con recorrer algunos kilómetros de la Argentina y ver, de primera mano, la fuerte voluntad solidaria que lleva en el ADN el habitante de estos suelos.
Me tocó cubrir como periodista el día después de los incendios forestales en la Comarca Andina y volví a creer. La cantidad de ayuda humanitaria y de donaciones que llegaron al Paralelo 42 para aliviar el sufrimiento de las más de 1500 personas que perdieron todo es abrumadora.
Y conocer la vida de brigadistas, médicos y vecinos de La Comarca me devolvió la esperanza. En medio de una crisis total no miran el desastre sino que redoblan esfuerzos por salir adelante. Este ejemplo de superación, en una porción muy chica de nuestra tierra, puede ser el reservorio de fortaleza que necesitamos para tomar de ejemplo y salir adelante.
Román Iglesias Brickles
