
Otro año impar en la República Argentina que vive internas, pases, traiciones y campañas blancas, negras, duras y non sanctas. Con el vendaval aplacado tras las elecciones porteñas, y el nuevo mapa legislativo dictado para el nuevo período, todo se encamina para los comicios bonaerenses que prometen una batalla de dimensiones épicas. Kicillof se subió al estrado para encolumnar la tropa tras el grito de “el único enemigo es Milei” con la ilusión de mitigar las salvajes internas entre el peronismo y la Cámpora. La pelea entre el gobernador y CFK es cómo intentar tapar el sol con la mano. Los que caminan la provincia saben que se trata de una situación crucial la que vive el oficialismo. Con recursos acotados, sin Plan Platita, el eco de una Bahía Branca destrozada por el temporal, ni salvavidas nacional el gobierno del “soviético” (cómo dice el candidato a diputado José Luis Espert) se ve acorralado, con poco margen de maniobra y aplastado por un elefantiásico Estado. También el cambio de época y de discurso calan hondo en las clases laburantes: el verso de la promesa y el salvador del pueblo que va a redimir a todos por su obra y gracia ya no prende en nadie. La retórica celestial huele a humo rancio y ya dudan hasta los más peronistas que Perón. El folclore suena bien cuando los instrumentos funcionan y acompañan.
Este tiempo es de cosas tangibles y de realidades. La inflación era una carga atroz y nadie puede negar que está a la baja hace meses. La contienda provincial podría ser una catástrofe si se solidifica la tendencia violeta que viene demostrando el electorado. Y lo peor es que la reacción no llega de parte de los referentes: ninguno se hace cargo de la debacle generada. Sin respuestas, ni responsabilidades asumidas la gente sólo mira para arriba y ve que la esperanza de estar mejor es posible en la vereda menos esperada.
Con Cristina nuevamente candidata, esta vez por la tercera sección de PBA, pero cada vez con menos caudal y peso electoral (aunque aún valioso) la situación está al rojo vivo. Tal cómo ella lo señaló, se erigió como el muro de contención de una derrota asegurada. “Es un problema de sentido común” señaló sobre la situación de las elecciones de septiembre. “Si nos va mal esto va a irradiar a todo el país” reconoció con una sinceridad tan abismal que sorprendió a muchos. CFK se viste de candidata, también, porque sabe que en el sector que apunta a representar es el más postergado de la provincia…más años gobernada por el Peronismo. Hasta cuando durará el Síndrome de Estocolmo?
Se vienen tiempos en los que se verán diferentes situaciones y posturas, habrá mucha contorsión, voltereta y deslealtad (algunos señalan que sucederá en San Isidro con el protegido de Mauricio y Patricia) . Por su parte, la sombra de la Suprema Corte de Justicia que, por acción u omisión, tendrá su presencia en los comicios (Cristina tiene una doble condena que está en estudio en allí mismo) y el variopinto espectro de actores de reparto que buscará sacar provecho de la situación. Con paciencia y sin apuro, también, se va gestando una tercera vía en medio de las huestes del León y la estampida de la Cámpora. El peronismo racional, el que mira las bases, que quiere tomar cuenta de lo que pasó y rehacer su imagen de cara a la gente viene trabajando e hilando con figuras internas pero también ajenas para intentar erigirse en opción. “Estamos trabajando junto a un grupo de dirigentes con los que compartimos valores e ideas para darle respuesta a los ciudadanos” dijo Zamora, que se explayó sobre el tema en la nota principal de Nuevo Norte.

Román Iglesias Brickles