El gobierno busca timonel: el barco no tiene velas, está literalmente al garete, lo azotan las olas y el viento. El rumbo no existe. No tiene gps.
Esta loca forma en que la Argentina rica vive como un mendigo, viendo si le tira unas chirolas más a los productores que en cada campaña agrícola arriesgan capital y ponen el cuerpo a lo largo y a lo ancho de nuestras privilegiadas tierras, es un manotazo de ahogado. La gente vive al día.
La segmentación de tarifas –en principio justa, porque no debería pagar lo mismo el gas un pizzero de Virreyes Oeste que una familia que vive en San Isidro Chico-, establece que aquellos que ganen más de 300 mil pesos argentinos (un voucher de transacción es la moneda nacional), es rica. Deberían saber esas mentes brillantes que con 300.000 una familia de clase media paga obra social, colegio privado y tal vez algún deporte. Seguramente vaya al supermercado también. Y claro, probablemente le sobre un montón para invertir luego en cripto monedas o real estate.
Para este gobierno de científicos, que busca la salvación en Washington, no alcanza con izar velas y ponerse a navegar para algún lado. Con Massa –desde su entorno aseguran que sólo irá al ejecutivo con plena autonomía y poder de fuego– o quien sea en la timonera que hoy sostiene un alicaído Alberto, mientras la que trace el rumbo sea una persona desconectada de la realidad pero con un discurso que alcanza para manejar con piolines al que tiene la lapicera, la única verdad seguirá siendo la realidad. Una frase establecida por el fundador de un espacio que ni siquiera sigue aquellos paradigmas.
Eduardo Abella Nazar
