El arranque de noviembre nos toma casi seguro con una inflación a la baja, un dólar cada día más parejo con el peso -o un peso cada día más fuerte- y un veranito financiero, con bonos y acciones volando. Obviamente es difícil saber qué va a pasar con la pobreza, aunque algunos indicios marcan que estaría cayendo de la mano de una suave recuperación de los salarios, tenue aún, pero lentamente hacia el alza.
Los impuestos, por otro lado, no perdonan a los ciudadanos de a pie: lo único positivo ha sido el blanqueo que, como siempre pasa, premió a los evasores, en muchos casos por millones de usd que estaban fuera del sistema, principalmente porque nadie quiere pagar, pero además por las malas gestiones de esos impuestos. Arba ataca por todos los frentes en la provincia de Buenos Aires. La Afip ejecuta embargos sin piedad al primer tropiezo que una pyme dé, pero después condona lo ya dicho en un blanqueo tan inédito como efectivo. Los intendentes necesitan caja.
En Tigre se están ejecutando obras de la envergadura de un hospital municipal central pegado al polideportivo Sarmiento, y una nueva escuela en Benavídez. Zamora parece haber captado el mensaje de Milei, que llegó por varios interlocutores, entre ellos un viejo conocido del justicialismo republicano, Guillermo Francos, ni bien se acomodaba en la Jefatura de Gabinete allá por diciembre: «Los intendentes que quieran hacer obras son bienvenidos, si se las consiguen con financiamiento propio«. Aquellos que fueron osados, como en Tigre, se mandaron y hoy pueden ostentar esa puesta en marcha.
En San Isidro, donde el abl golpea más fuerte, las obras se detuvieron en seco. Allí su nuevo alcalde decidió no gastar y apuntar los cañones a la calculadora. El problema en un municipio rico como ése es que no se puede prescindir de buena iluminación o calles en buen estado, entonces el deterioro es notable. Abunda la suciedad, las veredas rotas y las calles son un bache constante, incluso en avenidas como Libertador. «Hay que cuidar el mango», repite Lanús, aunque los sueldos de los altos mandos no dicen lo mismo.
Andreotti en San Fernando ha sido siempre un gestor de cuidado con los recursos, y ahora regula más. En Vicente López Soledad Martínez sigue poniendo recursos en seguridad, con más cámaras y patrulleros, algo que también ostentan los tigrenses. San Isidro, la perla histórica del Norte, sigue empantanado en el lodo de una gestión escuálida mientras la inseguridad azota. Es que en estos días no alcanza con publicar un whatsapp.
Eduardo Abella Nazar