Opinión

Trump y el cambio de agenda cultural

Por Román Iglesias Brickles

A contramano de lo que el mundo imaginaba (y una gran mayoría en la Argentina) el regreso por goleada de Trump al poder queda revestido por diversos matices, unos más importantes que otros.

El corrimiento hacia la derecha que está evidenciando en el mundo responde a muchas causas. Alarmados, muchos analistas se rasgan las vestiduras hablando de las posibles consecuencias del nuevo escenario y los peligros que revisten para los humanos de a pie. Siempre con el foco hacia allá y nunca (o muy pocas veces) con la lupa en las causas de estas gestas.

Pareciera cómo que estos avezados, experimentados y renombrados especialistas olvidan que para trazar un panorama hace falta saber -también- de dónde viene la historia que deriva en el presente. Entonces se aventuran a dar futuros apocalípticos en Estados Unidos, Europa y hasta en Argentina.

En el caso del triunfo de Donald Trump, el caldo de cultivo demócrata había gestado un enojo muy fuerte en la base de la pirámide norteamericana: inflación, inseguridad, la intromisión de la política en la educación y alto gasto público en guerras detonaron la confianza del electorado.

El impulso de la agenda woke y un socialismo recostado en un altísimo gasto público y la suba de impuestos para financiarlo desató una batalla cultural y política  inédita para Estados Unidos. La grieta se notó con fuerza en estos cuatro años.

Estando en Washington DC para cubrir las elecciones para varios medios de TV (una nueva producción internacional de MediaKit) ratifiqué lo percibido entre junio y julio de este año durante mi cobertura de la Copa América: el modelo Biden-Harris tenía fecha de vencimiento.

Donald Trump, con su impronta, sesgo y determinación fue un bálsamo para el ciudadano promedio que veía cómo sus impuestos se dilapidaban en asistencia a ilegales, guerras ajenas y agenda cultural prefabricada. “Alguien tiene que decir basta y poner orden. Acá se cometen delitos y nadie va preso” me dijo un taxista dos días antes del súpermartes de noviembre. Su cara también lo decía todo.

En DC, distrito absolutamente demócrata, fue un todo un síntoma escuchar un testimonio así. La gestión política sin sustento ni fondo y la enarbolación de consignas vacías, muy mediáticas y simpáticas (muchas figuras se suben para ser «políticamente correctos») pero carentes de peso, terminaron de caer como un decorado usado y viejo. El neo socialismo de redes sociales, afectado y de postura de café batista consiguió lo que buscaba: Una bofetada de realidad para despertar y dejar atrás el trance hipnótico de la virtualidad.

“No se metan con los chicos en las escuelas” avisó Trump a horas de haber sido reelecto presidente número 47 de Estados Unidos. Se inaugura una nueva era en la primera potencia del planeta. Y, quien sabe, en una buena parte del mundo occidental moderno.

Román Iglesias Brickles
Román Iglesias Brickles

Román Iglesias Brickles

rib@mediakit.com.ar 

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