Los alcaldes están atrapados. Los gobernadores están atrapados; el presidente de los argentinos está atrapado. ¿Hay salida? ¿Tenemos salida? Los problemas, pandemia mediante, son los de siempre: no hay correcta distribución del ingreso, culpa de los gobiernos que tuvimos desde 1960 a esta parte, con parches… hay falta de confianza, entonces el que tiene dos pesos, le sobren o no, corre al dólar –y esto no es nuevo-, algo clínicamente comprobado e instalado en el ADN argentino.
Con Macri hubo inflación galopante a pesar de los cráneos que decían saber cómo solucionarla y ahora hablan desde la tribuna opositora diciendo que saben cómo solucionar aquello que no pudieron solucionar hace 8 meses nomás. Con Alberto hay inflación, emisión y aumento del gasto, todavía contenida ésta (la inflación, claro) porque no le sacaron el bozal de la pandemia que todavía restringe ciertos consumos. Todo esto no lo digo yo. Está escrito. Está en los libros de historia. Además, el presidente tiene el látigo de la senadora, que lo eligió para ser presidente y para hacer bien lo que ella hizo mal: el gobierno kirchnerista del 2007 al 2015 fue nefasto, enfrentó aún más a los argentinos (que de cierto modo vivimos enfrentados), aceleró la inflación, creó villas miseria, alejó al país del mundo, nos acercó al chavismo y nos alejó de Alemania o Uruguay, no sólo de la American Way… que quede claro, ninguno ayudó a mejorar luego de la gran levantada 2002-2007.
También luego de la levantada de Menem, que tuvo un brillante 89-95/96 y luego derrapó. Los argentinos vivimos atrapados. No se puede vivir levantando matchs points todo el tiempo. ¿O tal vez sí? La historia está escrita. Tal vez, algún día y por tiempo indeterminado, podamos aprender de nuestros errores. Los gobiernos no llegan para mirar hacia atrás y echar culpas. Llegan porque saben lo que les espera y quieren solucionarlo. Que alguien nos tire la llave y podamos salir de esta prisión que nos hemos generado los últimos 60 años. Gracias.
Eduardo Abella Nazar