Miguel Ángel Saravia, vecino que difundió la cultura argentina y tigrense por el mundo

Nació en La Emilia —localidad de San Nicolás de Los Arroyos— y con apenas siete años llegó junto a su familia a General Pacheco, ciudad que adoptó como propia y donde desarrolló toda su vida. Desde muy pequeño sintió una fuerte atracción por la danza; su historia comenzó en el escenario improvisado que su padre construyó en un bar de la zona, donde bailaba gatos y chacareras junto a su hermana. A los ocho años debutó por primera vez con el Pericón Nacional, en la Parroquia de la Anunciación de la Virgen, bajo la dirección de la profesora Elda Veckiardo. Esa pasión lo llevó a formarse con dedicación hasta convertirse en profesor y, con el tiempo, en fundador de una institución que marcó a generaciones de artistas: el Instituto Saravia.
A sus 12 años, comenzó tomando clases en un chalet del distrito, con un profesor que venía de San Antonio de Areco. Luego, ya más en su juventud, empezó a estudiar en Capital Federal —de manera profesional— junto a Amalia García. Más adelante, continuó su formación en el Conservatorio Mozart, donde finalmente se recibió como profesor. Paralelamente daba clases en su casa para varios alumnos.
En 1964, junto a su esposa Mary, fundaron el Estudio Saravia —ubicado en Boulogne Sur Mer 80— y, dos años después, el Ballet de Arte Folclórico Argentino (BAFA), que con el correr de los años se convirtió en una verdadera embajada cultural.
Desde sus inicios, el BAFA recorrió escenarios de más de diez países, en giras que suman decenas de ciudades de España, Rusia, Francia, Italia, Portugal, Israel, México, Chile, Perú, Brasil y Venezuela, entre otros. En cada viaje participaron docentes y alumnos, quienes encontraron en esas experiencias la posibilidad de crecer como artistas y difundir la identidad tigrense y nacional en el exterior.
El recorrido de Miguel también estuvo marcado por obras emblemáticas. Entre ellas, se destaca la versión del Evangelio Criollo. En 1968, durante el Festival de Cosquín —Córdoba—, vio por primera vez la obra musical y se deslumbró. Ese día supo con firmeza que en algún momento iba a realizarla. Incluso, sin pensarlo, se compró un mortero de roble, que luego formó parte de la puesta artística. A su vuelta se reunió con los autores musicales, quienes le dieron autorización para utilizar la música, y fue allí cuando comenzó a armarla con 15 personas. Finalmente, en 1969, la obra fue estrenada en la Catedral de Mar del Plata, lo cual fue muy disruptivo para la época, en una puesta que combinó la fe, la música y la danza popular, y que fue reseñada por los medios nacionales.
A lo largo de los años, el BAFA interpretó más de 39 historias religiosas y patrióticas, así como homenajes a figuras de la cultura, siempre con una puesta en escena cuidada hasta el mínimo detalle en vestuario, maquillaje y escenografía. Entre ellas, se encuentran: Zamba del Poncho, Procesión Virgen del Valle, Crónicas de Revolución de Mayo, Evocación Mapuche, Homenaje a Mercedes Sosa, La Conquista del Desierto, Carnaval Coya, Duendes de la Cueca, entre muchas más.
Hoy, Miguel Ángel Saravia es reconocido como un referente cultural que no solo formó a bailarines y docentes, sino que abrió caminos para que la cultura de Tigre y de la Argentina trascienda fronteras. Un vecino que hizo de su vocación una misión, inspirando a nuevas generaciones con su mensaje de disciplina y compromiso con la historia y las raíces.
La necesidad de ampliar ese camino formativo lo llevó a desarrollar la fundación DIARC, destinada a la capacitación docente y a la creación de programas reconocidos con puntaje oficial. A través de esta institución se dictan seminarios, talleres y capacitaciones en distintas ramas de la danza y la producción artística. Cada año, la fundación entrega alrededor de 40 becas a jóvenes de Tigre, lo que les permite oportunidades de formación y desarrollo artístico.
En la actualidad, él y su familia continúan al frente del Instituto y del BAFA, consolidando un espacio de formación y creación. En las vitrinas del Instituto se puede apreciar una parte de su gran recorrido, con numerosos premios e imágenes de sus distintas giras. Se lo ve como un hombre especial, con una gran pasión por lo que hace, pero también con disciplina, constancia y el deseo de más. Durante la entrevista, estaba rodeado de mucha bibliografía, ordenada con cuidado, como quien sabe que tiene entre sus manos historia y reliquia. Tiene una pasión viva y un objetivo claro: seguir difundiendo su arte.