¿Se viene un límite de 110 km/h en la Panamericana? El antecedente del Acceso Oeste reaviva el debate
En las últimas semanas volvió a instalarse un tema que cada tanto regresa a la agenda vial: la posibilidad de que la autopista Panamericana reduzca su velocidad máxima a 110 km/h, tal como ya ocurre en el Acceso Oeste, donde la modificación se aplicó con el objetivo de mejorar la seguridad y disminuir la siniestralidad.
La Panamericana —uno de los corredores más transitados del país, con más de 300.000 vehículos diarios en algunos tramos— combina tránsito liviano, pesado y un flujo constante de accesos, lo que la convierte en una de las autopistas con mayor índice de incidentes. Según especialistas en seguridad vial, una velocidad máxima menor podría ayudar a homogenizar el ritmo de circulación y reducir maniobras riesgosas, dos factores que suelen estar presentes en los siniestros de alta gravedad.
El antecedente del Acceso Oeste
El Acceso Oeste, administrado por la concesionaria Autopistas del Oeste, ya bajó su velocidad máxima a 110 km/h en la mayor parte del trazado. La medida, que inicialmente generó críticas entre algunos automovilistas, terminó demostrando ciertos beneficios: disminución de frenadas bruscas, menor dispersión de velocidades entre carriles y una reducción en la cantidad de accidentes severos.
Ese antecedente es el que ahora vuelve a poner el foco sobre la Panamericana. Tanto en organismos de tránsito como en ámbitos técnicos se discute si replicar la experiencia podría traer mejoras similares en este corredor clave para la zona norte del Gran Buenos Aires.
Qué podría cambiar en la Panamericana
Si la medida prospera, la Panamericana pasaría de un límite de 120 km/h a 110 km/h, una diferencia pequeña en términos de tiempos de viaje, pero significativa en materia de seguridad. Diversos estudios internacionales muestran que una reducción del 10% en la velocidad máxima puede achicar entre un 20% y un 40% la gravedad de los siniestros.
Además, la adaptación implicaría renovar la señalización, ajustar los controles mediante radares fijos y móviles, y reforzar campañas de concientización para que los conductores adopten la nueva velocidad de manera progresiva.
Los argumentos a favor y en contra
Entre quienes apoyan la iniciativa, el eje está en la prevención: menos velocidad implica más tiempo de reacción, menor distancia de frenado y un flujo vehicular más parejo. En un corredor donde los embotellamientos, obras, accesos y desvíos son moneda corriente, mantener velocidades moderadas puede disminuir el riesgo de choques en cadena.
Del otro lado están quienes sostienen que la Panamericana —más amplia, moderna y con más carriles que otras autopistas— podría mantener sus 130 km/h sin mayores riesgos, siempre que se profundicen los controles y se sancione el exceso de velocidad. También señalan que una reducción en horas de bajo tránsito podría resultar innecesaria.
Un debate que recién empieza
Por ahora no hay una resolución confirmada, pero el tema ya está sobre la mesa. Las autoridades viales evalúan alternativas y estudian los resultados obtenidos en otros corredores metropolitanos. Mientras tanto, la discusión se instala entre automovilistas, especialistas y vecinos de la zona norte, que todos los días dependen de la Panamericana para moverse.
Si finalmente se avanza, la medida podría marcar un nuevo estándar para las autopistas del Área Metropolitana, priorizando la seguridad sobre la velocidad, y extendiendo a otros corredores lo que ya empezó a aplicarse en el Acceso Oeste.




