Los ecos de Lusail aún no se apagaron: a 13.681 kilómetros, los héroes argentinos, esos 26 jugadores y su notable cuerpo técnico, se abrazan al Obelisco y a la multitud. Ganaron la tercera Copa del Mundo, pero hubo más: lo hicieron siendo los mejores, rodeando al mejor y más maduro Messi, siendo firmes en el medio y duros en defensa, aún con algunos errores que convidaron al drama y a la épica de este Mundial, puntualmente tras el golpe con Arabia, impensado, y en esas dos ráfagas que fueron Países Bajos y luego Francia (con Mbappe). Fueron los mejores y serán amados de por vida. Un grupo humano rocoso, cálido y querible, almidonado por Scaloni, Aimar, Ayala y Samuel. La generación de Pekerman sigue dando frutos, ¡increíble el legado de José en ellos! Argentina campeón.
Para nosotros, junto a mi amigo y socio Román Iglesias Brickles, una cobertura para Canal 26 agotadora, fuerte, pero fundamentalmente feliz, fructífera. En este rato de escala en Londres, recién llegados de Doha y con el primer stop en 32 días de trabajo, brotan estas líneas: 180 móviles, más de 40 horas al aire durante este mes, salidas a toda hora, rutinas cambiantes -poca luz desde las 4 de la tarde-, noches largas trabajando contra turno para mostrar más y más historias: Qatar, sus lugares, la gente, los hinchas, los entrenamientos de la selección, las previas con las conferencias de prensa que serán muy recordadas, el IBC, el predio de la Universidad, la playa, el desierto, los estadios, los mil y un partidos que presenciamos en la primera fase, el sufrimiento, las salidas al aire desde cualquier lugar. También las cábalas, la puesta en el aire, los entrenamientos propios aún sin una alimentación adecuada, las broncas por querer dar más, siempre un poco más. Y finalmente esa noche final en Lusail, el drama, la locura del 2-0 al 2-2 y del 3-2 al 3-3 y casi derrota 3-4 evitada por el pie izquierdo de Dibu. Los penales, la gloria, el delirio, el alivio. Es tanto que no alcanza la hoja: así lo hicieron, así lo hicimos. Todo, pero todo, tiene que ver con la pasión. Lo dieron todo, pero todo. Nosotros también. Ganamos todos.
¡Gracias!
Eduardo Abella Nazar