Opinión

Asfalto y seguridad en tiempos electorales

Por Eduardo Abella Nazar

No es nuevo: los intendentes suelen acelerar las obras chicas y visibles cuando se acerca una elección, es de manual y lo han hecho todos, en mayor o menor medida, a lo largo de los años. La obra pública –tan restringida a nivel nacional por tratarse de una caja muy abusada en el pasado– se volvió ahora un lema de campaña.

Con obras como el hospital municipal en marcha, Zamora se juega en Tigre la carta sanitaria: sabe que terminar un sanatorio propio lo podría lanzar a buscar un premio mayor en 2027, con Tigre establecido hace tiempo como un municipio que logró llevar a niveles  bajos los índices de inseguridad. Con ese ítem en estado de relativa calma, lo que ahora desvela al alcalde tigrense es aumentar la infraestructura sanitaria y vial, más aún con el crecimiento poblacional de buena parte del partido. Un desafío mayúsculo. En cualquier caso, hacer un hospital desde cero nada tiene que ver con asfaltar unas cuadras. Son cosas completamente distintas.

En San Isidro el gobierno actual apuró el raspado y asfaltado de avenidas que por ahí no necesitaban la intervención absoluta, como Libertador, o la obra de un cantero y las veredas en Rolón. Siempre bienvenida, la obra pública rara vez será rechazada por el vecino. Esto acurre en medio de una inseguridad atroz que no da tregua en el municipio que comanda Lanús. Un integrante cercano al gobierno municipal calificó la situación: “La batalla de la seguridad la tenemos perdida, por eso hay que apuntar a meter asfalto y obras que se vean rápido”. ¿Tiene lógica el razonamiento? En la cabeza de los políticos todo es posible.

Pero una mayor inversión directa en seguridad sería tal vez más acertada a lo hora de pensar en la aprobación: la gente tiene como prioridad absoluta ese ítem. Cada vez más la gente invierte en cámaras, alambres eléctricos y garitas que, en general, de poco sirven. ¿Quién regula esa actividad? ¿Hay participación en el precario esquema de esos cuidadores?

En Vicente López la principal obsesión de Soledad Martínez es la seguridad. Sabe que todo pasa por ese ítem. No se ven obras importantes y la cuestión está ligada más a mantener. En San Fernando, Andreotti tiene como lema apuntar a las obras ligadas a los polideportivos municipales. Pilar y Escobar tienen asfalto pendiente de verdad, y es una situación en la que nadie podría quedar expuesto porque todavía existen cientos de cuadras de tierra. El asfalto electoral podría ser una excusa perfecta. En medio de una política económica refractaria a nivel nacional con la tan vituperada obra pública, cada cual hace su juego.

Eduardo Abella Nazar
Eduardo Abella Nazar

Eduardo Abella Nazar

ean@mediakit.com.ar

 

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