La reciente muestra de extrema honestidad evidenciada en la llamativa victoria de River Plate ante Racing, que significó la ofrenda del título a Boca Juniors, y las palabras de Gallardo haciendo referencia a «que hicimos lo correcto«, en un país carente de valores pero lleno de hipocresía, bien vale para tener un disparador: ¿podrá la Argentina, fundamentalmente en su clase política, comenzar un recorrido en donde los distintos protagonistas sepan ceder y construir incluso cuando tengan que dejar de lado algún objetivo personal o de interés particular? ¿Es esto factible?
El ejemplo de Gallardo, enviando a su equipo a ganar un partido luego de un año lamentable para los hinchas de River, pero donde sin embargo había que hacerle un favor enorme a su rival aún enmarcado contra de lo que sus propia gente deseaba, bien podía servirle a los dirigentes políticos como ejemplo. Pensar en el corto plazo es una de las máximas de la dirigencia. Nadie plantea seriamente un programa de gobierno a 8 o 12 años. No ocurre en el ámbito nacional pero tampoco a nivel provincial o municipal. Nadie pone un ladrillo encima de la pared bien edificada por el otro: si se puede patear, romper y empezar de vuelta, mejor. Hay un sinfín de ejemplos. Si algún funcionario cumple la tarea y deja algo ordenado para el que llega, deberíamos valorarlo, porque no sucede. Lo que llega es una Copa del Mundo largamente esperada por un gobierno asfixiado por la inflación, y luego de la experiencia en Qatar, un verano enfocado de lleno en las elecciones de 2023. Todo tan determinante y complejo como enigmático.
Eduardo Abella Nazar