Personajes ilustres

Los Oesterheld de Beccar que yo conocí

Por Bartolomé Abella Nazar

La historia de una familia singular con un trágico desenlace

Los hechos relatados pertenecen a la década del 70.  Beccar  era una tranquila localidad con grandes quintas de fin de semana  y algunos pobladores que eligieron el lugar como vivienda permanente.  Calles de tierra, hermosa arboleda, casas  de diferentes estilos, algunas enormes y otras que se mezclaban en un paisaje que nos permitía usar la calle casi sin restricciones  para jugar a la pelota o permanecer en ella “haciendo esquina”, sinónimos de no hacer nada, solo permanecer con los amigos del barrio pateando la vieja pelota o la tocata callejera con la de rugby, y pasar  varias horas contemplando la vida, conversando, discutiendo,  fumando  y exponiendo entre nosotros los  fundamentados  detalles de cómo arreglar el mundo

.  Enfrente a la estación Beccar y en la esquina de Ayacucho y Rivadavia se mudó una familia con unas hijas muy bonitas. De inmediato comenzamos a discutir  cual era el mejor  ardid para intentar entrar en contacto con ellas, teníamos 20 y poquitos años. Gano la postura de arrojar la pelota de rugby en su jardín tantas veces como fuera necesaria para vencer la resistencia inicial. En la octava ocasión Estela la hija mayor con una sonrisa entre tímida y picara nos dijo “si quieren mañana por la tarde los invitamos a tomar el  té, pero no arrojen más la pelota ya  que perdemos un tiempo precioso e inútil en su devolución”.

Al otro día puntualmente, y con nuestra mejores galas nos presentamos pensando que sería un te informal con nuestras vecinas, pero grande fue nuestro asombro cuando nos recibió toda la familia y reunidas en la mesa conocimos  a Héctor el dueño de casa, Elsa su esposa y a sus cuatro  hijas; Estela, Diana, Marina y Beatriz.  Ni atisbo teníamos de quien se trataba esta singular familia. Nos llamó la atención los cientos de  libros, papeles,  folletos, revistas de historietas, panfletos y diarios que había en todos los rincones del living del chalecito  californiano de dos plantas  frente de la estación  pero y que con el trascurrir del tiempo empezaríamos  a entender.  Nuestra intención era conquistar el corazón de Estela y Diana las hijas  mayores; la mayor de una infinita belleza, alta de pelo negro hasta la cintura, ojos negros y pelos hasta la cintura, suave y delicada y cada vez que se acercaba parecía flotar en el aire en vez de caminar buena estudiante  se inclinaba por la pintura y la filosofía Diana más introvertida, un poco ciclotímica con una marcada vida interior, Beatriz mucho más joven –y lejos  de nuestras  intenciones románticas- era de una belleza singular y Marina la más parecida a su padre, de una sonrisa encantadora. Pero invariablemente en nuestras visitas los fines de semana  fueron escasos  los momentos de soledad con ellas y en las reuniones  participaba toda la familia.Casi todos los fines de semana  íbamos con nuestros  amigos  y conocimos a los más famosos   dibujantes de historieta  como Hugo Pratt, Alberto Brescia, F. Solano Lopez y Paul Campani entre otros, músicos, artistas, escritores, periodistas, gente que traía historias.

En esa casa de  Beccar, mezcla de taller oficina, toda  bullía y cuando  llegábamos no queríamos  marchar, nadie quería apagar la luz y las chicas se negaban a ir a fiestas o clubes, donde encontraban  “gente tonta”   querían estar  ahí en su casa….similar  a un Club. Largas charlas – Hector- dominaba todos los temas que se trataban; arte, científicos, religiosos, políticos, bélicos y tenerlo de aliado en los juegos de ingenio o de preguntas y respuesta  aseguraba un triunfo rotundo.  NO lo podíamos creer y desafiar al dueño de casa al ajedrez, damas o back-gamón o el go salíamos derrotados.  Tal era el abismo intelectual que nos separaba que en un esfuerzo desesperado y  tratando de equilibrar fuerzas  invitamos al papa de las chicas a jugar al fútbol en nuestra canchita de fútbol de Acassuso y Ayacucho y en la seguridad que renunciaría al convite. Mayúscula fue nuestra sorpresa –recuerda Enrique “Quique” Manrique cuando Héctor  Germán Oesterheld  se presentó con sus pantalones cortos y una vieja camiseta un sábado temprano para corretear entre el polvo y la pelota muerto de risa ante nuestro asombro.

Defensor prolijo y ordenado para despejar de buen pie, aunque un poco tosco y con un pésimo estado físico, propio de un escritor que pasaba muchas horas frente  a un escritorio. La aventura futbolística tuvo un final abrupto al final de un encuentro  donde extenuado y jadeante dejo el campo, “Estaba azul” – rememora Quique – y al costado del  campo observaba sus hijas.

Elsa Sanchez, viuda de Oesterheld
Elsa Sanchez, viuda de Oesterheld

Hasta ese momento desconocíamos quien era H.G.O, solo sabíamos que era geólogo, y que trabajaba en su casa escribiendo guiones para historietas, todo el tiempo, a mediados de la década del 50 las historietas eran una fuente de diversión y se vendían miles de ellas por semana.  Hector fue le guionistas más destacado de la época, de carácter moderado, y con un lenguaje modesto y sin hacer alarde de sus creaciones dejo un legado fundamental en la ficción nacional. La simpleza de sus héroes y una delgada línea entre la ficción y la realidad fueron las coordenadas de su obra que le otorgan un prestigio mundial que aun hoy está vigente.  Recuerda el dibujante Francisco Solano López “ tenía una capacidad inmensa para crear al infinito historias de todos los géneros”y Carlos Trillo afirmo “Fue el más grande escritor de historietas de la historia argentina  y uno de los mejores del mundo, gran escritor y muy humanista” “El  Eternauta es el Martín Fierro de la historieta” Escribió literatura infantil para chicos Gatito y la serie  Bolsillito más tarde Bull Rocket, Sargento Kirt, Ernnie Pike y su obra cumbre: El Eternauta con varias ediciones que relata cuando nieva en Buenos Aires es el comienzo de Juan Salvo y la trágica aventura. La historia relata cuando la invasión extraterrestre a Buenos Aires y la lucha por la resistencia poblada. Fue un éxito y miles de seguidores esperaban los nuevos capítulos y la salida de  Hora Cero semanal donde se publicaba.  A Oesterheld  lo conocimos taciturno y callado, introvertido su cabeza era una imaginación permanente y pasar tiempo en su casa con sus cuatro hijas era idílico.

Durante todas nuestras visitas en su casa jamás tuvimos discusiones políticas, ni partidistas a pesar de los importantes acontecimientos políticos como “el Cordobazo”, la presidencia de Cámpora, la masacre de Ezeiza y la vuelta de Perón.  Nunca nos dimos cuenta  de lo que estaba por venir…

Un clásico del comic "Hora Cero". Se vendían más de cien mil ejemplares semanales
Un clásico del comic Hora Cero. Se vendían más de cien mil ejemplares semanales

El drama: Con el tiempo dejamos de ir  a su casa nuestras vidas tomaron caminos distintos y nos llegaron versiones que los padres se habían separado y las chicas en pareja  por distintos lugares  del país.  Con la aparición de los montoneros algunos creyeron que era la solución para el país y comenzaron a  militar en esa agrupación.  H.G.O y sus  cuatro hijas toman ese rumbo. Su madre Elsa agrega “era la ideología y lo convencieron  a Hector y a sus hijas”  “tuve fuertes discusiones con mi esposo la bronca se me mezclaba con el dolor  yo no podía entender que el hombre con que habíamos sido tan felices, es escritor pacifista y democrático que había plasmado su amor al prójimo en todas sus obras, hubiera tomado partido por algo tan violento. Hace de  tu vida lo que quieras pero no involucres a las chicas”, yo presentí que cuando la agrupación paso a la clandestinidad y a la lucha armada  que mis hijas iban camino a la muerte”. En abril de 1977 fue secuestrado por las fuerzas armadas en La Plata, estuvo detenido en varios centros clandestinos y aseguran que fue asesinado en Mercedes, habiendo desaparecido sus cuatro hijas; Diana 24, Beatriz 19, Estela 25 y Marina 18, también desparecieron sus yernos y sus nietos. Se asegura que su desaparición de debió al malestar que producía en los militares su biografía del “Che” Guevara, el  alto compromiso político de la última parte de El Eternauta, a su militancia en  Montoneros o a una combinación de todos estos motivos.  Sobrevivieron a este tragedia el hijo de Diana, Fernando Araldi y el de Estela, Martin Mortola. Poco antes de  morir el año pasado a los 90 años Elsa que perdió a nueve de sus seres queridos en una lucha fratricida y sin razón dejo esta  otras esta reflexión “ Pude sobrevivir solo gracias a mis nietos que me dieron la valentía y el coraje y quiero morir de pie y sin odio. Quiero volver a sonreír y mostrarles a los chicos, al mundo joven, que la violencia no sirve para nada. La violencia engendra violencia.

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9 comentarios

  1. DIJO UN PRESIDENTE ARGENTINO, las ideas no se matan, y ese gran presidente Domingo Faustino Sarmiento, inmortalizo una frase que en el caso relatado, deberia haberse aplicado en su total contexto. No estoy a favor de ninguna violencia, pero el relato del exterminio de una familia por las IDEAS acompañadas esta vez de hechos, no justifica tal determinacion por sus verdugos. Excelente articulo sobre una historia real que conmueve en las palabras de quien asi lo escribe y vive.

    1. Coincidimos 100%. Una historia muy triste, con el final trágico de una familia brillante. Héctor es considerado el Martín Fierro de la historieta mundial. Era tal su brillantez que a sus verdugos le encomendaron en cautiverio que guionara la historia de San Martín. Una gran pena haber perdido a uno de los mejores guionistas de historieta de nuestra Argentina.

      1. Me había olvidado de esta historia tremenda,al leerla vuelven tantas otras a la memoria.
        Años muy duros que desgraciadamente dejaron muy poca enseñanza

  2. Excelente artículo. Está descripto en forma simple, pero profunda una época, en dónde se ve la inocencia y pureza de la juventud y el dolor terrible que puede provocar el fanatismo por algunos ideales.
    Felicitaciones.

    1. Gracias Quique, compartimos esa época tan feliz. Hasta Héctor, a quién queríamos seducir por sus magníficas hijas, lo invitamos a jugar al fútbol a nuestra canchita. Nos aprovechamos de nuestra juventud y lo bailamos, pero él estoico y con su sangre germana supo defenderse con dignidad. Lindo recuerdo en nuestros inocentes años.

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